viernes, 13 de agosto de 2021

Mi compañera la ansiedad.

     Hoy, después de tanto tiempo, vuelvo a escribir. Durante estos últimos meses no he podido encontrar ese tema que me inspirase para poder coger lápiz y papel. Toda entrada empieza con una idea, una intención de contar algo o simplemente, de exponer tu forma de ver las cosas. Esto se ha prolongado con el tiempo hasta que me he dado cuenta de que aquello que me mantenía lejos del papel ha sido la ansiedad.

    A día de escribir esta entrada, llevo poco más de un mes en terapia para poder solucionar este problema. Bueno, de hecho, eso es lo que pensaba en un primer momento. La ansiedad 'es' un problema. Maldito problema que no me deja vivir en paz y me crea tantos malos momentos. Ese dichoso malestar en el cuerpo que me drena la confianza en mí y me hace sentir desgraciado sin importar si es lunes o miércoles. Ese cansancio que me carcome desde dentro después de un día entero en la cama por no encontrar motivos ni fuerzas para levantarme y dar un paso adelante. La decepción de no poder estar ahí por los demás porque ni tú puedes contigo mismo ese día. Es difícil, pues, empatizar con una compañera de viaje tan condenada y complicada como lo es la ansiedad. Es impredecible y exigente: quiere toda tu atención y que sepas que está ahí, como un niño tirando del brazo de su madre. Aún siendo ella la protagonista, trae consigo a otras amigas que también se manifiestan sin tú haberlas invitado: frustración, rabia, tristeza, miedo y también angustia (al menos las que yo he conocido). Sin embargo, la ansiedad está y estará presente por allá donde vaya. ¡Qué buena noticia!

  Una de las cosas más importantes que he aprendido con el tiempo es a dudar de todo lo que sé. No porque haya cambiado a ser una persona fácilmente influenciable o porque dude de mis creencias. Creo que todo merece una segunda opinión y, sobre todo, después de conocer un poco este mundo, me ha fascinado que las cosas se puedan hacer de tantas formas diferentes. ¿Por qué iba a quedarme con una sola? ¿No es más fascinante saber y aceptar que el mundo gira, no gracias a un solo visionario, sino a la unión de muchos de ellos? Entender esto me ha llevado a ver mejor los tonos de grises (y de colores) que tiene la vida, ya que no todo es negro o blanco. Y, de ahí, radica toda esta entrada: la ansiedad no es un problema, es una compañera de viaje

     Mira, puede ser que esto lo esté escribiendo un día en que la siento menos y me encuentro bastante animado. Quizá sea por es por lo que la llamo compañera y no problema. Aún así, estoy trabajando en ello, porque el cambio de semántica es muy grande. No obstante, ya la entiendo y es cuestión de tiempo que la acepte. Entiendo que sin ella yo sería más vulnerable porque no me prepararía para los peligros de la vida. Sin ella, sería una persona descuidada y negligente que no se preocupa ni por sí mismo ni por los demás. La ansiedad te prepara para que el mundo no te haga daño aunque al final suframos de ella. Pero vayamos al principio de todo: ¿De dónde surgió esto? Todo este viaje empezó porque hubo unas expectativas gigantescas que tenía que cumplir cada día de mi vida. De base tenía que ser buen estudiante, buen hijo, buen amigo, amable y servicial con todo el mundo, ser educado hasta roncando, ser un fortachón, ir a la mejor universidad y tener familia, trabajo y casa (y perro) a los 25, y sobre todo, no ser un mediocre (¡¡siempre tienes que ser el mejor!!). El camino del héroe versión moderna. Esta lista son las que yo opino que vienen de fuera, porque también están las que vienen de dentro y se suman a las demás, que esas varían según la persona y cada uno puede nombrar las suyas. En definitiva, no me vi capaz de cumplir toda esa lista porque yo no sabía ni quién iba a ser de mayor y ya se esperaban cosas de mí. Empezaba mal la cosa y yo solo quería descubrir mi rumbo en la vida. 

     A mí todo esto me fascinó. Realmente, la ansiedad ha existido desde que vivíamos en cuevas y era (y es) una respuesta ante la lucha y/o huida. Antes, teníamos peligros alrededor nuestro todo el rato, desde tigres, frío, hambre y otros muchos que desconocíamos. Teníamos que estar en alerta y la ansiedad era la que detonaba la alarma interna en nuestro cuerpo. Como veis, la ansiedad tiene un propósito, que es el de protegernos. Y esa misma sensación ha evolucionado hasta hoy, en el que yo siento que hay un león tras cada rincón de mi casa. ''¿Dónde está el león Pedro?'' es lo que suelo decirme cada vez que tengo estos temores. Temores que son infundados ya que, el león no está pero parece que lo veo. Y es aquí donde recuerdo que la ansiedad es mi compañera de viaje. No porque quede bonito al escribirlo ni porque quiera suavizar la forma de enfrentarme a este tipo de situaciones. Es una compañera de viaje porque estará siempre conmigo y no ser irá (menos mal). Me ayuda a afrontar los peligros y riesgos de la vida. Es una respuesta más de mi cuerpo al igual que otras más que tenemos. Me ayuda a entender que el mundo no es un lugar sencillo en el que vivir. Al igual que no ponemos la mano en el fuego porque sabemos que quema, la ansiedad te permite evitar afrontar situaciones que podrían dañarte. Hoy pienso que muchos de nosotros padecemos del peor lado de la ansiedad porque realmente hay tigres y leones alrededor nuestra pero disfrazados, para que encajen en este mundo que aparenta ir hacia delante pero en el que todo se queda en la fachada.

     En el pasado no comprendía la ansiedad ni por qué tantas personas la sufrían. Con el tiempo, me he convertido en una de esos tantos humanos que se levantan sin fuerzas o que, en ocasiones, siente hormigueo en el pecho o que el corazón le va a mil por hora a las tres de la mañana. Y lo comprendo perfectamente. Llevaba años buscando una respuesta y tras sentir la ansiedad de primera mano, lo he entendido todo. La ansiedad está tan presente porque vivimos constantemente con peligros e incertidumbre. A medida que el mundo avanza, todo se vuelve más complejo, hay más incertidumbre, el camino de cada persona está cada vez más lleno de obstáculos que te incitan a pensar que estás más lejos de tus sueños. Duermes pero piensas en el mañana. Comes pero recuerdas el día pasado. Vuelves a casa del trabajo pero sigues en él de una forma u otra. Vives pero realmente sobrevives. ¿Cómo no vamos a sentirnos ansiosos?  

     Mi compañera de viaje, la ansiedad. Estamos aprendiendo a convivir juntos. Cada vez va mejor aunque nuestras primeras impresiones no fueran muy buenas. A menudo salgo a pasear y la siento pero enseguida la dejo hacer sus cosas, para no molestarla y que no se enoje. Últimamente no me visita mucho ni por las mañanas ni por la noches, cosa que solía hacer a menudo, pero, sé que en esos momentos en que el Pedro inocente piense que la vida va genial y suave, ella aparecerá y me dirá ¡Hey, prepárate que vienen curvas! De resto, intentamos vivir el uno con el otro de la manera más sana y apacible posible ya que ella, mi compañera de viaje, seguirá conmigo hasta que me haga un señor mayor con muchos años sobre mis espaldas. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario